No me consta que haya muchos colegios donde los alumnos de Grado de
Enfermería y los Alumnos Residentes en Enfermería (EIR) en Pediatría o Familiar
y Comunitaria realicen periodos formativos en los colegios.
Hace años y fruto de la función docente de nuestra profesión y dar a conocer un perfil profesional como el de
la Enfermería Escolar, recuerdo la firma del primer EIR de Pediatría que rotó
por el CPEE María Soriano, procedente del Hospital de Fuenlabrada y a partir de
ese momento es un no parar y muchos son los que han rotado, aprendido y por supuesto
dejándonos sus aportaciones siempre valiosas.
Y en algunos otros colegios de Madrid sucede lo mismo, se suman
cada día más a esta rica experiencia por ambas partes.
Y la pasada semana, se escolarizó en nuestro colegio, singular y
lleno de retos continuos cargados de dudas y certezas, una niña “crónica
compleja”, pero mucho, grado superlativo
de atención sanitaria.
En un rato tengo que hacer un informe para “justificar” el aumento
solicitado de plantilla, pero si los responsables de ello no conocen in situ a
los alumnos del colegio y más no siendo sanitarios, es probable que por muy
bien que lo haga, no logre que interioricen la realidad que van a intentar plasmar
unas CIFRAS, que no unas necesidades.
Y cuando terminamos la jornada y se fue a casa con su madre la
anterior alumna citada, que reconozco que me ganó el corazón con una sonrisa
suya, le dije a la Alumna de Grado de Enfermería de la Universidad Europea de
Madrid que apenas llevaba una semana de rotatorio:
“Describe por escrito la
experiencia que hemos vivido hoy”
Y poco más tengo que escribir hoy, reconozco que me impresionó y
emocionó que una mujer joven, en breve una enfermera que no dudo será una gran profesional, reproduciendo sus
palabras le agradezco a Ane su paso por el colegio, personas que por donde van
seguro que dejan huella. Igual que su tutora Natalia.
“No somos conscientes de
lo afortunados que somos en la vida hasta que nos pasan ciertas cosas. No
apreciamos lo que tenemos o si lo apreciamos, no lo suficiente.
Tenemos mucha suerte de estar vivos y sanos y poder construir
nuestra vida. La mayoría de las personas siempre suelen ver el lado negativo de
todo, en vez del lado positivo.
Con todo lo que estoy viendo y aprendiendo me doy cuenta de que estos niños aprecian hasta el detalle más mínimo y la mayoría de las personas se piensan que ni sienten ni padecen. Estos niños sienten y padecen como cualquier persona o incluso más, se dan cuenta de todo y tan solo con decirles buenos días ya te sacan una sonrisa de lado a lado de la cara, mientras muchas otras personas les das los buenos días y no te miran a la cara.
Yo he tenido y tengo la oportunidad de sentir esa
satisfacción cuando te sonríen con un pequeño gesto de cariño. Estos niños necesitan ser visibles y que el
mundo vea lo geniales que son, lo importantes que son, ya que aprenderíamos
más nosotros de ellos que ellos de nosotros.
Muchos profesionales se piensan que son ellos los que saben más que las propias familias, pero en realidad las familias saben más que el propio profesional. Los padres saben cómo es su hijo, como tratarlo, que le ocurre en cada segundo de su vida, sus necesidades y sus preocupaciones y deberíamos de dejar también que ellos nos enseñasen más, y por tanto, escucharlos más.”
Muchos profesionales se piensan que son ellos los que saben más que las propias familias, pero en realidad las familias saben más que el propio profesional. Los padres saben cómo es su hijo, como tratarlo, que le ocurre en cada segundo de su vida, sus necesidades y sus preocupaciones y deberíamos de dejar también que ellos nos enseñasen más, y por tanto, escucharlos más.”