Alguien me dijo alguna vez: si preguntas, te arriesgas a que
te contesten algo que no te gusta.
Pero las mentes científicas se pasan el día preguntando,
primero a uno mismo y posteriormente y si tienes suerte con los que te rodean,
el grupo de trabajo, el de amigos, familia…
Y la ciencia y ese pensar investigador lo tenemos todos aunque
sea de manera inconsciente y con una metodología de aquella manera.
Las preguntas que comienzan a hacer los niños pequeños, la
etapa del “por qué”, ya es pura ciencia, curiosidad, necesidad de respuestas.
Y los que siguen a lo largo de su vida cuestionando,
investigando y no quedándose con la primera respuesta globalizadora que te
graban en la masa gris cerebral, reciben contestaciones que no gustan y quizás
tengan un poco más de criterio propio, porque la libertad y lo sé hace muchos
años y por conclusión del análisis personal….NO
EXISTE.
No me pasa nada, estoy contestando a las preguntas frecuentes
que nos hacen a la Asociación Madrileña de Enfermería en Centros Educativos
(AMECE), madres, casi siempre, de alumnos con patologías crónicas, enfermeras
que quieren trabajar en colegios, directores que quieren enfermeras en sus
colegios…y me he acordado de que tengo alguna pregunta vital sin contestar.