Campillo
de Dueñas
(Guadalajara)
Hermoso municipio en cuyo núcleo urbano
destaca la iglesia
parroquial de enormes dimensiones, está aislada del pueblo, a
saliente, y es obra hecha de una vez en el siglo XVII. Es un
templo que impresiona de riqueza y grandiosidad. En su interior destaca el
altar mayor de proporciones gigantescas y precioso barroquismo.
A la
salida del pueblo aparece la ermita de Nuestra Señora de la Antigua,
patrona de Campillo, la construcción es de hace unos cien años.
Una fuente con
dos caños, farola central y un largo abrevadero, se estira a mitad de la Calle
Mayor que da a parar a la Plaza Mayor donde
es tradición tirar a la barra y la pelota.
A las
afueras del pueblo nos encontramos cinco "pairones" o
pináculos de piedra que contienen imágenes religiosas o inscripciones, se trata
de uno de los símbolos más emblemáticos del Señorío de Molina.
El
vertiente sur de la sierra, en el denominado paraje de "la Vega", se
encuentra el afamado castillo roquero de Zafra de los siglos X-XI,
podemos admirar sus muros, torreones esquineros y bella torre del homenaje con
puerta gótica de arco apuntado.
07/08/2017:
Viaje imprevisto a Campillo de
Dueñas, a dar el último adiós a una prima hermana que era casi de la edad de mi
padre debido a que este último era el
número 9 de 10 hermanos y cuando su madre, mi abuela, estaba pariendo al número
10, la hija mayor y por tanto hermana de mi padre, daba a luz a la prima que
hoy hemos despedido.
Volver a Campillo de Dueñas es retroceder
muchos años en las vivencias y emociones, porque pasé algunos veranos allí con
unos tíos míos que no tenían hijos y disfruté de la niñez en un pueblo pequeño,
todo el día en la calle con otro montón de niños, casi todos hijos de primos
hermanos de mi padre, el olor a trigo, montar en el trillo, siembra, sol,
noches frías, estrellas, miles de estrellas: la osa mayor, la menor, estrella polar…las que
nos enseñaba mi padre, pero yo veía muchas otras cosas en las estrellas e
imaginaba fantásticas aventuras celestes, hasta que nos mandaban a todos a
dormir.
Tuve dos motes, ya se sabe, al menos hace años
tal afición en los pueblos: “Rompe botijos” y ”Atropella tractores”, ambos fruto de ser
inquieta desde pequeña, ir a por agua andando, saltando y cantando a la fuente,
con coreografía incluida y…!zas! no me explico el motivo pero el o los botijos
se rompían. El segundo….porque no tenía miedo a nada y montaba en una bici que
salió de un desván, no tenía frenos y paraba contra el frontón del pueblo, los
árboles y una vez, solo una, con un tractor.
(Me da que en la actualidad me hubieran etiquetado de hiperactiva..)
Volver a este pueblo y ver a una prima hermana
de mi padre que en Octubre cumplirá 101 años y está estupendamente, la tía María, que siempre me daba leche condensada y hoy me recordaba que también le rompí
algún botijo a ella.
Es recordar la infancia y parte de la adolescencia, el lavadero que ya no
existe, el puente de las murmuraciones al que se iba todas las tardes de paseo,
la Vega, el Castillo de Zafra, entonces en casi ruinas, hace años ya restaurado
y donde se grabó una parte de la serie Juego de Tronos hace dos años, los mozos
que tiraban al pilón cuando anunciaban el noviazgo con una moza, las jotas, la
laguna, las migas, el jamón de Teruel y algún beso furtivo en las fiestas.
D.E.P Mª Jesús, que además era mi madrina y un abrazo especial a sus dos hermanos.
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