Tengo
por costumbre hablar/escribir sobre lo que vivo, “me estoy mordiendo la lengua”
ante muchas situaciones terribles que llevamos padeciendo hace ya casi un año, pero
no puedo más.
Los
profesionales de la salud estamos quebrando por todos los flancos.
Anoche,
escuché un audio de una enfermera joven y competente, llorando y angustiada y
no es falso, tampoco lo voy a poner aquí ni reenviar por los grupos porque esto
es probable que en unas horas esté vía judicial o debiera al menos estar.
Salía
de trabajar del Hospital Enfermera Isabel Zendal.
Traslado
forzoso, primera tarde, enfermeras y TCAES nuevas, ningún/a responsable que les
dijera que tenían qué hacer, dónde estaban los materiales y tal cual comienzan
a llegar pacientes de distintos puntos hospitalarios, con un estado de salud “no
tan estupendo” como nos dicen en los medios de comunicación y los responsables
políticos.
Carro
de paradas: nuevo, precioso, pero VACÍO, ni un triste ambú, gasa o termómetro.
Algunos datos más que omito intencionadamente pero que te derrumban emocionalmente.
No
queremos aplausos, no somos héroes ni heroínas, antes de la COVID 19 ya éramos
maltratados e ignorados social e institucionalmente, en todos los ámbitos
laborales, actualmente se visibiliza desgraciadamente la fragilidad humana,
profesional y de gestión.
Hartos
de no entender NADA sobre las medidas que se toman, de las predicciones que
pretenden salvar la economía (¡venga ya!), de amarillismos, de sufrimiento y
muertes evitables.
Ni
los pacientes son cifras ni los que les cuidamos somos números, tenemos
familias e hipotecas entre otras cosas y lloramos mucho cuando podemos ante la
impotencia que sentimos.
Y
los ciudadanos siguen con sus pautas particulares de comportamiento porque
TODOS los que nos gobiernan han logrado que nadie crea a nadie y las
recomendaciones cada cual las interpreta a su medida.
Necesitamos
líderes sin miedo y con una responsabilidad plena y eficaz que tomen decisiones
valientes y necesarias.
Y
mientras, aguantando negacionistas, antivacunas, antiplagas, antinevadas, las
cabezas están mucho peor de lo previsible.
Mafalda
necesita muchas tiritas para intentar el desmoronamiento integral de los
profesionales de la salud.
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