Además del ya muy conocido y denominado social
en estos días, hay que alejarse de noticias amargas y muchas falsas y los
portadores de la mismas, yo lo denominaría separación voluntaria por salud
mental.
Cada individuo está viviendo como puede esta
situación de gravedad extrema e incluso la misma persona puede haber pasado o
estar pasando varias fases en las ya algo más de 4 semanas confinados.
Vaivén emocional. Dolor intenso. Dudas. Mucha
tristeza. Sufrimiento.
Y vamos elaborando un duelo personal y
colectivo donde sobran ahora muchos exabruptos, porque primero hay que
sobrevivir a esta pandemia (quedan momentos muy duros todavía) y pensando en
nuestros mayores y personas de alto riesgo, debiéramos estar unidos en el mismo
objetivo: VIVIR.
Los que vuelvan a la llamada normalidad
que ya no será tal, tendrán tiempo de buscar responsabilidades, mientras, fomentemos los mensajes de esperanza y
confianza en los científicos y todos los que día a día están curando y
cuidando, extenuados, llorando cuando nadie les ve y siempre al lado del que
sufre, al que acompañan con una sonrisa detrás de mascarillas, EPI y guantes.
Mi aplauso diario a todos los que hacen
posible que dentro de lo más inhumano que estamos viviendo, en la muerte en
soledad sin los seres queridos, unos ojos que es lo único que se ve tras unas
gafas de protección y unas manos con guantes, sean lo más humano y apreciable a pie de cama.
No son héroes ni lo quieren ser, son profesionales de la salud
que se juegan la vida por los demás, ahora más visible, pero ha sido, es y será
siempre así, código deontológico, maneras de vivir y sentir.
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