Ayer fui alondra por la mañana, como siempre y
búho por la noche, sin pretenderlo.
Llegamos mi hija y yo a casa sobre las 4, ella
seguro que seguirá durmiendo como buena noctámbula que es y yo he amanecido a
las 10h, después de pasar unas horas en las urgencias del Hospital Puerta de
Hierro de Majadahonda.
Este hospital, el nuevo, por desgracia lo
conocemos bien y no solo la parte urgente, casi todos sus departamentos, es lo
que tienen las enfermedades raras, pero todo está en orden.
El H. Universitario Puerta de Hierro está íntimamente
ligado a mi vida:
En el antiguo, diagnosticaron a mi madre una
enfermedad crónica compleja hace ya ni se sabe, todavía recuerdo cuando se la
llevaban y pensábamos que no la volveríamos a ver, 50 años más pasaron antes de irse definitivamente.
También fue donde estudié la carrera, con “Maestras
de la Enfermería” para mi excepcionales, Mª Paz Monpart, Pilar Arroyo entre
otras muchas y algunos médicos, entre todos consiguieron que me enamorara de la Enfermería, el amor
verdadero a mi profesión llegó con los años, con alegrías y momentos de “ya no
puedo más”.
Y anoche, era la madre
de la doliente y me eché mis buenas
cabezadas porque de siempre los hospitales me producen mucho sueño y mira que
llevaba el libro, el cuaderno y lápiz , la tablet.., siempre pienso que voy a
poder ir haciendo algo en las largas esperas y al final, me duermo, no era una
urgencia vital lógicamente.
Pero lo que quería hoy, después de tan larga
introducción, es poner en valor el trabajo
de todos los profesionales de la salud que veíamos anoche, por cierto algo
escasos y que no pararon durante las 7 horas es permanecimos allí: varios
médicos sin parar de ver pacientes en mayor número que enfermeras que solo
había dos, que no descansaron un momento
y una TCAE.
Y resaltar que, o bien la Humanización de la Sanidad
está dando sus resultados a través de una mejor planificación, aunque recursos
humanos escasos todavía, diría yo, o que todos los profesionales que estaban en
esta guardia, tenían una paciencia infinita y una palabra o varias agradables
con todos los pacientes y familiares que compartíamos una noche de sábado en el
mismo lugar, porque los usuarios y algunos acompañantes pierden los nervios,
por eso es tan importante lo que denomino “el
arte enfermero” porque somos las que recibimos todas las quejas de manera
brusca en ocasiones, y cuando el médico les atienden…sonrisas, es lo que hay, que no debiera ser así
evidentemente.
No sé el nombre de las Enfermeras, de la TCAE,
de los Médicos, probablemente en el informe esté el de uno de dos que la
valoraron, pero quiero agradecer a todo el equipo de ese módulo de urgencias,
también celadores, limpiadoras, administrativos, vigilantes, Técnicos de RX y
laboratorio que no se les ve y que están como otros muchos, perdón si me dejo a
alguien, su profesionalidad y su HUMANIDAD, gracias a ello el dolor disminuye,
no solo el físico y ante tal tranquilidad, me permito echar varias cabezadas
durante la larga espera lógica y hacen efecto los tratamientos, hoy no sé por
qué me duele el cuello…
Voy a aprovechar en un rato al probable último
baño de piscina en este veranillo de san Miguel o de san Martín, libro,
cervecita de domingo y creo que tarde de siesta “tipo Cela”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario