Tengo un nieto que acaba de cumplir 13 años, creo que es
ya adolescente total, ya pasó la preadolescencia, que también tiene lo suyo.
Es un niño grande o un hombre pequeño, depende del día o
el momento, tan pronto se acurruca en tus brazos como no quiere dar ni un beso,
de ser encantador al rato tuerce el morro y no se aguanta ni él mismo. ¿Nos
suena a todos, verdad?
Ayer nos fuimos de compras él y yo, detesto ir a grandes superficies, me suelo apañar con
tiendas pequeñas del pueblo donde vivo y un par de veces al año, en las rebajas
y algunas cosas ya por internet con ayuda de alguna amiga o mi hija.
Íbamos a por una sudadera, el chiquillo tiene la mala
costumbre de crecer y romper, sobre todo, los pantalones con el patinete, así
que me dijo: a ver si te levantas temprano, trabajas en tus cosas y podemos ir a
por ropa.
Pensé: ¡con todo lo que tengo que hacer y lo estructurado
que tenía “con mis cosas” el fin de semana!, a las 11 ya estábamos paseando y
viendo ofertas, porque sinceramente, tiene mucho arte para pedir cuando le
interesa y me tiene cautivada (llevo un amplio babero desde que nació).
Compramos lo que pensábamos, incluido un libro que tengo
muchas ganas de leer y terminamos en una tienda para coger unos encargos de mi
hija en una perfumería.
Eran cerca de las 13h., aquello estaba empezando a
llenarse de gente y las ganas de irme iban en aumento.
Como de maquillajes y sus productos no entiendo mucho,
llevaba las fotos de lo que tenía que comprar.
Eran 3 productos y uno de ellos, un lápiz interlineas o
algo así, me dijeron que ya no lo trabajaban, pero al pedir las otras cosas a
una trabajadora agradable, rebuscó, me
dio el último que quedaba y me dijo: “dices en caja que son 1’90 euros” por ser
el último.
Al ir a pagar se lo dije a la empleada de la caja, me dijo que no, que eran 2’90, insistí, me
miró algo raro y entendiendo que están
saturadas, pagué lo que me dijo.
Fui a buscar a la que me atendió, esperé a que terminara
de atender a otra señora y le dije que en la caja me cobraban un euro más.
Lejos de enfadarse, si algo molesta con su compañera “porque
no se enteran”, me devolvieron el euro.
Todo transcurrió con normalidad, diálogo y eso sí, más
tiempo del esperable, pero aunque lo hago igual si voy sola, ayer quería que un
adolescente que todavía no tiene que saber lo que cuesta ganar un euro tras de
otro, de alguna manera aprendiera varias cosas, que hay que reclamar con
educación lo justo, hoy era un euro, mañana pueden ser otros aspectos de la
vida y los tendrá que saber gestionar él
y además de en la escuela, las familias
tenemos que enseñar también a valorar lo que tenemos, aunque sea un euro y si es nuestro que se mantenga en nuestro
monedero.
Acabamos contentos ambos, yo agotada lo confieso y él
antes de llegar a casa, se cambió en el coche para que le vieran lo guapo que
iba, por cierto a mi no me emociona “su
estilo” pero ya lo definirá como hemos hecho todos, ¡bendita y cansina
adolescencia!, qué rápido crece y se pasa la vida, que maravilloso es poder
disfrutarlo a tu lado, querido nieto.
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