viernes, 8 de julio de 2016

Cuéntame un cuento...y se lo conté.



Érase una vez una persona, (da igual el género), que seguía teniendo sueños y fuerza para luchar por conseguir que se convirtiera en realidad lo soñado, en su mundo inmediato y cercano, cuando observaba el cosmos se daba cuenta que no tenía remedio y que solo, sabiendo lo que ya hacía muchos años atrás, a través de la experiencia y el sentido común, podía hacer que los que le rodeaban se sintieran mejor.

En ocasiones tocaba hacer "el payaso", rol dificílisimo porque cuando el alma sufre, sonreir y ponerse la "nariz roja" es un arte.

Su especialidad, eran los cuidados a los demás, en este caso CUIDADOS ENFERMEROS, profesión que eligió, no quería ser médico, y que con el paso de los años descubrió que recibía mucho más de lo que daba, dicho de otra manera lo que daba, volvía multiplicado por mucho.

Emociones diversas, que no remuneraciones económicas, esos sentimientos que algunos tienen la suerte de poder percibir y al hacer balance en momentos serenos, concluir que no podría haber sido otra cosa que enfermera, aunque estaba ya muy cansada, mucho, pensó en dejar la profesión y "dedicarse a otra cosa".

Aparentaba mucha fortaleza, capacidad de decisión en momentos muy críticos, ideas claras y no siempre coincidentes con los que mandaban, capacidad intensa de trabajo y por supuesto cabezonería y otras no precisamente virtudes personales.

Su fortaleza y debilidad más notable pero imperceptible, era la sensibilidad y como parecía que era muy fuerte, casi nadie pensaba que esa persona necesitaba lo mismo que necesitan todos los humanos, necesitaba que también la cuidasen y sobre todo la respetasen. Y a ser posible, sentirse querida.

También era muy torpe en algunos aspectos funcionales de la vida, no se enteraba de muchas intrigas, dimes y diretes, y demás triquiñuelas que ocurrían por donde ella se movía, cierto es que en alguna ocasión "se hacía la no enterada", pero cuando se sentía traicionada por supuestos entes que creía que estaban trabajando o viviendo experiencias comunes, como que sentía una bofetada grande que le despertaba de ese "gran sueño". 

Y volvía a caer en lo mismo, creía en "que todo el mundo es bueno o tiene su parte buena).

Y leía mucho, hablaba mucho, escuchaba también y se prometía que no iba a hablar más y volvía a hablar, postura nada inteligente (regular inteligencia emocional que se dice ahora).
Trataba con príncipes y mendigos, y lobos con piel de oveja, con estupendas y no tan buenas personas y hasta con encantadores de serpientes.

La impronta en su vida estaba clara, se evaluaba con relativa frecuencia, hacía "sus auditorías internas" dos veces al año y trataba de  solventar algunas no conformidades, las que estaban en sus manos, las demás o se adaptaba o entraba en un conflicto muy grave., quería bajarse de un mundo que no le gustaba nada, pero nada.

Se durmió mientras le contaba este cuento y soñó con luciérnagas, personajes de Dickens, héroes y villanos, guerra y paz y cuando despertó no encontraba a ese protagonista, quién sabe si algún día aparecerá cual ave fénix.....



¿Me avisarás si le ves?


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