En España y mucho más cerca de lo que imaginamos, otra cosa es
que miremos para otro lado.
Ese olor que impregna el alma de dolor, impotencia y rabia que
rodea la marginalidad y el desamparo de muchos colectivos, el que hoy “huelo”
es el de niños y jóvenes que ni siquiera los RRMM fueron a visitarles y al lado
de la vida de la mayoría de escolares, es casi un espejismo.
Yo he pedido un portátil y yo un móvil (10 y 11 años) sueños
lógicos, rotos y vacíos, simplemente NADA, rodeados de condiciones infrahumanas
en pleno centro de Madrid.
Comer a diario es ya una proeza.
En un Congreso de Pediatría Socia hace poco escuché:
“BOCATA
MÁGICO”:
“Mi
mamá hoy me ha dado un bocata de pan con pan y yo me imaginé lo que lleva
dentro”
¿ Esperanza de superar el olor a miseria?
El olor a pobreza encoge el estomago y el corazón, pero hay otras miserias mas duras, las del alma, esas me dan mucho más miedo porque ni siquiera huelen.
ResponderEliminar