Es
evidente que las distintas administraciones públicas NO y en todo caso disminuyen las ya exiguas cantidades
provenientes de una Ley de Dependencia que no era para tirar cohetes y que
sigilosamente van recortando.
Que
el dinero no da la felicidad… vale, pero ayuda bastante a tener una mejor
calidad de vida y cuando hay personas dependientes en una familia, se mide en términos también económicos, sobre todo si por las
circunstancias que sean se decide que esa persona sea cuidada en su hogar y no
institucionalmente.
Y
estos dependientes pueden ser niños, jóvenes, adultos y mayores y muy mayores
con dependencia variable, desde necesitar ayuda total en las Actividades de la
Vida Diaria (AVD) o Ayuda Parcial en
función de su grado de autonomía personal.
Las famosas pirámides de población en España,
nos dan una idea de cómo la esperanza de vida aumenta (más población muy
mayor), el índice de natalidad es muy bajo (nacen pocos niños), en definitiva
que tenemos una población envejecida y que
unidos estos índices a los cambios sociológicos como que la mujer trabaja fuera
de casa ejerciendo una profesión y ya no es la encargada de ese cuidado
familiar como históricamente así ocurría, se obtienen varios resultados o
incógnitas, como quién se encarga del cuidado de los dependientes y cómo se
concilia esa vida familiar y laboral, entre otras cuestiones.
Si
cualquier persona sin enfermedad, persona sana, sufre un accidente y se rompe
una pierna por ejemplo y tiene que estar 2 meses sin apoyar esa pierna,
escayolado y otros tantos meses para conseguir valerse por si mismo, ya tenemos
una situación de dependencia casi total en un principio y progresivamente
disminuyendo y en este caso se altera la vida de los familiares directos si se
tienen, los ingresos del accidentado disminuyen, los gastos aumentan y el
cuidador del mismo tiene un significativo aumento de trabajo.
Otro
ejemplo sería una persona con enfermedad crónica, bien desde el nacimiento o
que se instaure en cualquier momento de la vida y que debe ser y de hecho así
las Leyes lo dicen, protegido y en el caso de los niños y jóvenes escolarizados
con los recursos y apoyos necesarios y posteriormente con acceso al trabajo, en
definitiva una dignidad de vida razonable, sabiendo que los “normofuncionantes”
también la tenemos disminuida y complicada.
Toda
mi vida laboral ha estado marcada por los alumnos con dependencia en distintos
grados y la mayoría con dependencia total para las AVD, ignorando en este
escrito el término gravedad, que aumenta considerablemente esa dependencia.
Sé
de primera mano como en su mayoría madres y solas también porque sus parejas y
padres de las criaturas “desaparecieron”, tienen que afrontar el cuidado del
hijo dependiente y los demás, con escasos recursos económicos, si es que los
perciben y que tienen que hacer “encaje de bolillos” y en ocasiones dejar a su
ser más querido en instituciones.
Y
las personas mayores, con o sin enfermedades crónicas y con esa expectativa de
vida en aumento, en un momento dado son dependientes totalmente y se plantea el
dilema del cuidado en casa o en una residencia.
En
cualquiera de las situaciones, el dinero es fundamental para que todos los
implicados en el cuidado del dependiente y el propio dependiente tengan una
vida más confortable.
Inicialmente,
hacía la pregunta de quién cuida al cuidador, que si se dedica solo a cuidar de
ese familiar enfermo, no tiene vacaciones, descanso y no es remunerado y en un
futuro no tiene medios de subsistencia, otro tipo de dependencia, y que
emocionalmente aún sintiéndose satisfecho por el cuidado de su familiar, puede
tener serios problemas de salud, física (manejar dependientes pasa factura en
espaldas, articulaciones…) y mental (cansancio, falta de relación con los demás,
tristeza…) y un largo etc, hay muchos estudios y publicaciones especializados
al respecto.
Y
los cuidadores que compatibilizan su profesión y trabajo con el cuidado de los
suyos, si tendrán jubilación o no, ya es otra incógnita para todos, pero tienen
que adaptarse a situaciones bien puntuales o permanentementes, y también pueden
tener los mismos problemas físicos y emocionales, tienen que adaptar su
vida personal y alterar muchos proyectos de vida. No es lo mismo evidentemente
cuando se sabe que es una situación transitoria el hecho de cuidar aunque esta
sea más o menos larga que sea durante muchos años, desde el nacimiento en
ocasiones.
Concluyendo,
cuidar a una persona que lo necesita por su incapacidad para hacerlo por sí
mismo, en su domicilio, sobre todo durante periodos largos y que en ocasiones
culminan con la pérdida de ese ser querido, es duro, imperceptible para muchos,
incluso para los cercanos también a la
situación.
Los
poderes públicos deberían proteger a las personas que cuidan de los suyos y los
familiares y amigos de la mejor forma posible, a veces simplemente escuchando
y/ o acompañando, con un café delante o dando un largo paseo y mimando
especialmente a los que prefieren estar con los suyos hasta el final a costa de
mucho esfuerzo pero muy satisfechos y que entiendan al menos que es complicado
compatibilizar un estado de ánimo alegre con una realidad bastante penosa.
Es
una manera este escrito de pedir ayuda también, a veces no sabemos pedirla, nos
creemos superhéroes y si el cuidador no se cuida asimismo, puede acabar el
proceso del cuidado emocionalmente "muy
tocado".
“Llevadera es la labor cuando muchos
comparten la fatiga” Homero
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