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domingo, 10 de febrero de 2013

TIEMPOS REVUELTOS


A nivel personal y social.

(Más sobre la demencia)
 

 

Por mucho que leas y sepas teóricamente sobre la demencia, como en  casi todos los males, hasta que no llaman a tu puerta no tomas conciencia , en este caso, de la demencia inducida por un medicamento, efecto secundario terrible pero necesario para calmar y mejorar una calidad de vida de mucho dolor.

Ya he escrito en este blog varios comentarios sobre la demencia, antes los numeraba, empecé esta “serie” desde que mi madre  empezó a “perder la cabeza”, manera personal de contar mis emociones y sensaciones ante lo desconocido, cada persona es un mundo y como dijo Claude Bernard: “no hay enfermedades sino enfermos”, por tanto cada persona es un mundo en la salud y en la enfermedad, esto último lo digo yo.

La persona que sufre una demencia está claro que sufre y es consciente en muchos momentos de que está mal, de su deterioro cognitivo en aumento y se agita y la emprende contra los que más quiere, ya se sabe esto de la confianza que da…

Los que vivimos alrededor de una madre de 88 años, que tenía una cabeza privilegiada  y lúcida hasta que empezó con el poderoso calmante, estamos muy cansados, desbordados en ocasiones y en mi caso concreto, como me sucedió con mi padre, me enfado y mucho, con él porque decidió dejar de luchar por vivir y con ella porque es tan cambiante la situación y los hechos cotidianos, que en ocasiones pienso que lo hace adrede ese chantaje emocional continuo y la mayoría de las veces no sé ya ni que pensar, analíticamente esto no se puede vivir con un familiar y emocionalmente es bastante complicado.

Llevo unos meses que no paro de acordarme de Santa Teresa de Jesús y su “Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero”, eso que yo no quiero una alta vida, con una tranquilita me conformo, no con la sensación nómada que tengo en los últimos tiempos y ya sabéis que a los hiperactivos, por lo menos a mí, las rutinas generales nos favorecen. De morir en estos momentos prefiero no escribir, no por temor, por protección mental mía.

La tristeza que me produce todo esto que voy escribiendo es mucha, me ha gustado siempre lo de infinita, como a veces así la siento, sobre todo cuando puedo permitírmelo, en casa y en soledad, eso de “tocar fondo” y remontar, aunque cada vez cueste un poquito más.

Más el ritmo socio-laboral no se detiene, no entiende de circunstancias personales difíciles y dependiendo de factores personales en los trabajos se tiene que estar con los 5 sentidos y alguno más como es en mi caso, igual es que soy demasiado responsable, como muchos, no soy la única, aunque ahora ante los acontecimientos diarios y vergonzosos de este País y su corrupción generalizada, den ganas de cambiar de oficio y ser directamente licenciado en deshonestidad, perversión y corruptela  y que como en los carnavales del colegio el viernes pasado me entreguen un sobre de 9.000 euros.

 

 

 

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