A nivel personal y social.
(Más sobre la demencia)
Por mucho que leas y sepas teóricamente sobre la demencia,
como en casi todos los males, hasta que
no llaman a tu puerta no tomas conciencia , en este caso, de la demencia
inducida por un medicamento, efecto secundario terrible pero necesario para
calmar y mejorar una calidad de vida de mucho dolor.
Ya he escrito en este blog varios comentarios sobre la
demencia, antes los numeraba, empecé esta “serie” desde que mi madre empezó
a “perder la cabeza”, manera personal de contar mis emociones y sensaciones
ante lo desconocido, cada persona es un mundo y como dijo Claude
Bernard: “no hay enfermedades sino enfermos”, por tanto cada persona
es un mundo en la salud y en la enfermedad, esto último lo digo yo.
La persona que sufre una demencia está claro que sufre y es
consciente en muchos momentos de que está mal, de su deterioro cognitivo en
aumento y se agita y la emprende contra los que más quiere, ya se sabe esto de
la confianza que da…
Los que vivimos alrededor de una madre de 88 años, que tenía
una cabeza privilegiada y lúcida hasta
que empezó con el poderoso calmante, estamos muy cansados, desbordados en
ocasiones y en mi caso concreto, como me sucedió con mi padre, me enfado y
mucho, con él porque decidió dejar de luchar por vivir y con ella porque es tan
cambiante la situación y los hechos cotidianos, que en ocasiones pienso que lo
hace adrede ese chantaje emocional continuo y la mayoría de las veces no sé ya
ni que pensar, analíticamente esto no se puede vivir con un familiar y emocionalmente
es bastante complicado.
Llevo unos meses que no paro de acordarme de Santa Teresa de Jesús
y su “Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero”,
eso que yo no quiero una alta vida, con una tranquilita me conformo, no con la
sensación nómada que tengo en los últimos tiempos y ya sabéis que a los hiperactivos,
por lo menos a mí, las rutinas generales nos favorecen. De morir en estos
momentos prefiero no escribir, no por temor, por protección mental mía.
La tristeza que me produce todo esto que voy escribiendo es
mucha, me ha gustado siempre lo de infinita, como a veces así la siento, sobre
todo cuando puedo permitírmelo, en casa y en soledad, eso de “tocar fondo” y
remontar, aunque cada vez cueste un poquito más.
Más el ritmo socio-laboral no se detiene, no entiende de
circunstancias personales difíciles y dependiendo de factores personales en los
trabajos se tiene que estar con los 5 sentidos y alguno más como es en mi caso,
igual es que soy demasiado responsable, como muchos, no soy la única, aunque
ahora ante los acontecimientos diarios y vergonzosos de este País y su
corrupción generalizada, den ganas de cambiar de oficio y ser directamente licenciado
en deshonestidad, perversión y corruptela y que como en los carnavales del colegio el
viernes pasado me entreguen un sobre de 9.000 euros.
Un abrazo, Nati, y mucha paciencia y mucha esperanza!
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