Hace ya muchos años, no tendría ni 10 años, paseaba con mi
padre y seguramente con alguno de mis hermanos, no lo recuerdo bien, una tarde
noche del 24 de Diciembre, una mujer lloraba en la calle y pedía para comer.
Creo que ese día que nunca he olvidado, nació en mí un
sentimiento que nunca me ha abandonado y
siempre en estas fiestas de opulencia, excesos
y “amor obligatorio”, recuerdo a
los que sufren por enfermedad, falta de trabajo, soledad e injusticias varias.
Y a todos los que tienen que trabajar y velar por nuestra salud, especialmente
este año, muy complicado para la sanidad universal y pública madrileña.
Mi padre ya hace 3 años que no está con nosotros, mi madre
está y no está, acabo de recibir el mejor regalo que podría tener, el abrazo de
mi pequeño gran hombre y que por él cambiaré este poso de nostalgia y
melancolía que me produce la Navidad y disfrutaremos de la Noche de Paz, el
villancico que más me gusta y emociona.
Deseo desde aquí a todos los que leen este blog y a los que
no, PAZ Y AMOR siempre.
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