martes, 1 de enero de 2019

BIENVENIDO 2019





Ayer, último día del 2018, volví después de algunos años a la casa donde nací, el pìso de mis padres y que ahora es de uno de los hermanos, el que yo denomino “el artista”.


“En el Madrid de las Vistillas”  que se escucha en uno de los chotis más populares , ahí es ná, transcurrió mi infancia y adolescencia . 

Cuando vivían mis padres, la Nochevieja era el día que nos juntábamos todos allí con las familias, como  la mayoría, nada destacable, se está bien juntos y los más jóvenes después de las uvas desaparecían.

Este año, cada familia llevaba un plato, a mí me tocó el primero que ya llevaba hecho de mi casa y cuando hube echado los fideos a la sopa, me fui a pasear por mi viejo Madrid que siempre añoraré y que sé que no podré nunca  vivir por allí, bueno nunca se sabe, será un sueño no prioritario ahora mismo.

De las Vistillas a La Latina, Calle Toledo, Plaza Mayor, no pudimos llegar a la Puerta del Sol había largas colas para identificar/registrar a los que iban a seguir las campanadas en la misma, dimos la vuelta bajamos a la calle Mayor, calle Bailén por el Viaducto y ya estábamos de nuevo en casa, los comensales ya estaban llegando.




La casa ha cambiado, está bonita, distinta,  y eso me ayudó a no añorar tanto el pasado, confieso que volver me revolvía muchas emociones y sinceramente me alegré de ir y superar uno de mis miedos  internos, que me ha permitido dormir en paz y levantarme de buen humor  y satisfecha y no he madrugado...

Y esto se lo debo también a mi familia, aunque faltaba un hermano, estábamos los otros 4 y nuestras proles e incluso un casi miembro que conocimos ayer, “Fernandito”, total 14, en un ambiente de alegría, risas y la comida estupenda, el menú da igual, estaba todo espectacular.

Y quise dar un discurso,  ya se sabe antes de las uvas y la verdad es que no había manera de decir una frase sin que algún graciosillo soltara un chascarrillo, todos tenemos mucho arte humorístico, total que repetí al menos 10 veces “Querida Familia” y lo que pretendía decir y dije a saltos y risas, es que me alegraba mucho de estar todos juntos,  que les quería y me sentía fenomenal con ellos y solicité a mis sobrinos un deseo: que me escriban o llamen una vez al mes, porque apenas les conozco cómo son, lo sé a través de mis hermanos y la propuesta de juntarnos alguna vez más aunque no sea Navidad.

Porque, será la edad que me está volviendo muy  selectiva (y no me lo pienso mirar) y hasta más reflexiva y la familia, con sus fortalezas y debilidades , si se cuida claro, siempre está , SIEMPRE, aunque por vivir en grandes ciudades podamos vernos físicamente menos.

Y como quedamos en no subir las fotos a las redes, pues solo subo las que salgo yo y los que saben mucho de informática ya sabéis que tenéis que hacer un pequeño álbum para todos.



Y para mis amigos Vistilleros, ayer estaba así nuestra esquina donde nos esperábamos al salir de clase…




Feliz Año 2019, 365 días llenos de oportunidades, a por ellas.