viernes, 8 de diciembre de 2017



Fue su último cumpleaños, 89, hoy haría 93.

Este día 8 de Diciembre, en casa de mis padres, se declaraba inaugurada la Navidad.

Cuando ya se va el último de los progenitores, al menos en mi caso, una sensación de orfandad se instala y ese “tenía que haber hecho o dicho…” me produce una nostalgia infinita hacía la madre más bonita del mundo.

A ella nunca le gustaba salir en las fotos, hasta que empezó a gustarle y nos pedía que se las hiciéramos a todas horas y además posaba sonriente, legado que nos dejó también.

Concha, mi madre,  era una mujer con cierta cultura para la época que le tocó vivir, eso sí, también silenciada y con la pata quebrada, lista para criar hijos (5) y atender en todo al marido. Yo logré perdonar a mi padre, cuando contextualicé algunos aspectos, sé que no era fácil para ninguno, ambos nos querían a los hijos y nos dieron lo que pudieron, los mayores se llevaron doble ración de intransigencia,  los pequeños aprendimos de ellos a buscar las vueltas y tanto mi padre como mi madre, a su manera y con una gran dependencia estuvieron en su casa hasta el final, atendidos por una cuidadora  externa y por sus hijos.

Enviudó 5 años antes de fallecer y de alguna manera se sintió muy libre. Hasta los 86 años, su cabeza funcionaba a la perfección, los 3 últimos, a ratos, en función de la morfina que tenía pautada para sus muchos dolores.

Cada vez que salía Guardiola  (entrenador del Barça) en la tele, nos decía lo guapo que era y veía todos los partidos, me tenía al día de los resultados e incluso jugadas debatibles y yo la dejaba hablar, generalmente por teléfono, porque el fútbol no me llama la atención pero sí tenía que saber los resultados para comentarlos con los chavales del cole.  Creo que si viviera, ya no le gustaría tanto este míster.

No estoy triste, aunque pudiera parecerlo, añoro en algunas ocasiones hechos vividos y evidentemente los menos años que yo también tenía.



En febrero de 2014 escribí esto :









2 comentarios:

Pazmompart dijo...

Me llegan tus recuerdos, Nati, mi madre también se llamaba Concha y me falta ya hace demasiado tiempo. Un abrazo

Natividad López Langa dijo...

Gracias Paz Mompart, un fuerte abrazo